sábado, 8 de diciembre de 2007

El ladrón de galletas (Valerie Cox)



Una mujer esperaba una noche en un aeropuerto a que llegase su hora de embarcar. Entró en la tienda y escogió un libro, compró una bolsa de galletitas y buscó dónde sentarse. Estaba absorta en el libro cuando vio que el hombre que tenía al lado, con todo descaro, sacaba una galletita de la bolsa que estaba entre los dos, y ella simuló no percatarse para evitar una escena.
Ella leía, comía las galletitas y miraba el reloj, mientras el "ladrón de galletitas" le consumía las provisiones. A medida que pasaban los minutos se irritaba cada vez más, pensando: "¡Si no fuera tan educada, le pondría un ojo morado!".

Por cada galletita que ella sacaba, él sacaba otra. Cuando sólo quedó una, se preguntó qué haría él. Con una sonrisa en la cara y una carcajada nerviosa, el ladrón sacó la última galletita y la partió por la mitad. Le ofreció a ella una parte mientras se comía la otra.
Ella se la arrebató mientras pensaba:
"¡Ay hermano, qué descarado es este tipo, y qué grosero, pues no ha mostrado el menor agradecimiento!".
La mujer nunca había sentido tanta rabia, y suspiró aliviada cuando llamaron para embarcar.
Recogió sus cosas y fue hacia la puerta negándose a volverse y mirar al "ingrato ladrón". Subió al avión y se hundió en su asiento, y buscó el libro, que casi había terminado. Al hurgar en el equipaje, ahogó un grito de asombro. ¡Allí, ante sus ojos, estaba su bolsa de galletitas!
"Si éstas son las mías - gimió con desesperación - ¡entonces las otras eran suyas y él trataba de compartirlas!"
Demasiado tarde para disculparse, comprendió con dolor que :
¡era ella la grosera, la ingrata... la ladrona!

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