martes, 17 de febrero de 2009
Es la expresión que solemos utilizar para escenificar una negación simpática. Aunque gracias a las maquinaciones del PP, puede que sean las únicas naranjas que puedan comer nuestros hijos.
Resultaba devastador para el campo valenciano que durante los últimos años, las ayudas a los agricultores fueran mínimas, aunque claro, todos contentos; el repique de "PAIS" que iban a revalorizar tus tierras hacía que nadie abriera la boca. Pero la realidad fue otra, al final se quedaron la mayoría sin urbanizaciones ni campos de golf, se quedaron con promesas que no dan para comer, y además, con tierras cuyo fruto estrella, la naranja, no vale un kiko.
Así son las economías rurales del PP, mucho boato, riquezas al viento, y mentiras con adornos florales.
Pero no era suficiente. Había que condenar a la naranja a ser la protagonista en todos sus líos de faldas. Así se creó "Orange Market", y para más inri, Serafín Castellanos nos sorprende ahora con el caso "Taronger". DÓNDE VAMOS A PARAR!
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