sábado, 16 de julio de 2011

SÓLO PARA TUS OJOS...

A cada cosa por su nombre.
Mª José Navarro
El diccionario de la Real Academia Española define la palabra eufemismo como una manifestación suave o decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante. Ojeando la prensa, di con un nuevo eufemismo que todavía no había escuchado de parte de representantes de la Conselleria de Educación, de esos muchos a los que nos tienen desgraciadamente acostumbrados. Y es que ahora aquellos centros educativos que se construyan, gracias a la cesión de suelo público por parte de la Administración autonómica, para la gestión de entidades privadas se pasan a denominar «centros de iniciativa social». Un lenguaje totalmente disfrazado de «solidaridad» y «buenas obras» que me parece una burla más, una manera de darle la vuelta a las palabras para que parezcan lo que no son y así vender la moto a los ciudadanos para aceptar una política educativa que nada tiene que ver con la calidad y lo público.
La privatización de la escuela es la privatización de la escuela y no hay más, es dotar de recursos a la iniciativa privada, mientras tanto la escuela pública se degrada y se enmascara el derecho real a la educación. Privatizar la escuela no es una frase malsonante, aunque sí bastante dura y aunque se pueda adornar con muchas florituras y se le pueda llamar de muchas maneras, seguirá siendo lo mismo, la eliminación de igualdad de oportunidades para nuestros hijos e hijas en una escuela plural y diversa aunque evidentemente con este nuevo nombre a mucha gente se le pueda despistar la realidad del hecho. Porque yo me pregunto, ¿qué quiere decir iniciativa social? ¿Estos centros de iniciativa social van a dar cabida a todos los sectores de la población, incluidos los más desprotegidos? ¿O serán centros-albergue de guetos? Los privilegiados, allí, los demás, ¿dónde?
Tenemos que recordar, para que no se despiste nadie con las palabras, que los únicos centros educativos que son de todos y para todos son los de titularidad pública. Y es que en esto de los juegos de palabras hay muchos magos en nuestra conselleria, sólo hay que recordar aquellas «casitas toscas» tan bonitas y entrañables que Font de Mora nos vendía como la solución provisional a todos los males y que nosotros les llamamos barracones, palabra malsonante y dura, sobre todo para los alumnos y alumnas que han de sufrirlos, en muchos casos, durante gran parte de su vida escolar. Y ahora voy a buscar en la RAE la palabra demagogia, porque creo que también cabe en este contexto.

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