miércoles, 20 de julio de 2011

SÓLO PARA TUS OJOS...

El renovado "Movimiento Social".
José J. Santonja.


Los más jóvenes no lo conocieron, pues ya han transcurrido 35 años desde que Adolfo Suárez consiguiera que las Cortes franquistas votaran «democráticamente» su disolución. Ahora, ni los imputados dimiten.
Comenzó después el proceso constitucional, la transición, y llegó la democracia. La democracia era, para los de mi generación, la «utopía»; crecimos y fuimos a la universidad bajo el franquismo; algunos sin asistir a los campamentos del Frente de Juventudes. Ahora, parte de los de esa generación, a los que vimos más indignados cuando aquel régimen estuvo liquidado, han evolucionado, han mutado. La dirección de esas mutaciones muestra que su indignación de entonces no obedecía a las limitaciones de sus derechos, era envidia, pues después, su «inestabilidad», al igual que en biología, les ha convertido en un cáncer de la democracia: han reinstaurado el abuso del poder, con todas las triquiñuelas legales que, desprovistos de ética, van ideando.
Durante la transición se tenía más cuidado, se mantenía, al menos, la apariencia y más respeto al espíritu y a la letra de la Constitución. El extenso período de poder socialista permitió que creciera la semilla de la corrupción. Después, un renovado caudillo, Aznar, encontró abonado el terreno. Él ya no necesitaba dar la imagen de demócrata, pues desde hacía 20 años era demócrata todo lo que surgía de las urnas. Él era el máximo representante. Conocía bien que éste es un país de cortedad de miras, con extensos y convulsos períodos de absolutismos, dictaduras, pseudodemocracias, guerras civiles… que seguía sin aprender de las experiencias: adulación, folclorismo, pan y circo bastaban.
El comportamiento comprometido de algunas personas o minorías no es una conducta usual en nuestra sociedad. Desde hace siglos, los rencores y las envidias, explotadas por los dirigentes políticos y religiosos de la peor calaña, nos guían. Sobre este panorama, 34 años después, nos encontramos que la democracia real, la que permite ser ciudadano más allá del derecho de votar, no progresa, ha involucionado. Los comportamientos de muchos políticos de esta democracia y la mayoritaria respuesta social ya sublima el verticalismo franquista. Esta «nueva democracia orgánica» necesita también anular discrepancias, someter mentes. Diariamente vemos ejemplos en todo el espectro político. ¿Cómo lo consiguen? Como en la democracia orgánica, comprando voluntades, anulando, persiguiendo y condenando la diferencia. Afortunadamente, a veces fracasan. ¡Viva la discrepancia!
El poder actual se consigue no con ideas, sino llenando carteras, saciando estómagos, satisfaciendo envidias, premiando las debilidades personales. Hay dirigentes muy corruptos, aunque no lo parecen, ése es su arte, y dirigidos de bajo precio son fáciles de encontrar. Se ha construido la sociedad de la mediocridad, de la excelencia vacía, de la falta de ideas, la de la culpa es tuya, del yo más… El poder lo legalizan los votos, pero lo ejercen los intereses del poder económico y religioso. La sociedad avanza y crece como la economía de los modelos piramidales, por su autopropaganda, por la apariencia, sin conseguir valor añadido. ¡Reinan la mediocridad y muchos miserables! Resignación, no; esfuerzo, hay que transformar el modelo y alcanzar tiempos mejores. ¡Viva el
15- M!




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