EL PERFIL
Alfonso Rus ha jalonado su trayectoria política de insultos y descalificaciones.
Los populares sabían lo que compraban. Y a pesar de que el tiempo no ha atemperado la verborragia de Rus, sus sucesivos éxitos electorales -cuatro mayorías absolutas en Xàtiva- y su capacidad de ubicarse dentro del partido, primero con el zaplanismo y, después, con el campismo, le han llevado a obtener y revalidar poltronas de calidad como la Diputación de Valencia o la presidencia provincial del partido. Una escalada política que ha ido en paralelo a los insultos y descalificaciones hacia diferentes personas y colectivos. En ocasiones, lo que ha aflorado es la vena anticatalanista, como cuando en 1998 Rus zanjó una petición de la Generalitat de Cataluña para exponer una valiosa pila islámica de Xàtiva espetando: "A los catalanes, ni agua". El anticatalanismo visceral fue el que le llevó en 2004 a tildar de "chupópteros" y "membrillos" a los profesores de la Universitat de València o a instar a los académicos de la AVL a irse a Barcelona "si no están de acuerdo con que aquí se habla la lengua valenciana". Entretanto, tuvo tiempo de llamar "momia" a su rival político en las elecciones de 1995, el primer alcalde de la democracia, Manuel Casesnoves. O, ya en 2007, "hijos de puta" y "más rojos que un pavo" a los músicos de la ciudad, en una grabación que circuló por Internet, o "burros" a los votantes del PP por creerse la promesa electoral de hacer una playa en el río Albaida a su paso por el paraje de la Cova Negra. Una pequeña relación de un muestrario de insultos inacabable, ante los micros y fuera de ellos. Sin embargo, es en los mítines, al calor de los aplausos de su público, cuando Rus se crece y saca a pasear su perfil más populista y anti-intelectual. La perla más reciente, provocada por las movilizaciones de la comunidad educativa, llamar "gilipollas" al profesorado que utiliza formas normativas, respaldadas por la AVL, como aleshores o gairebé. De fondo, lo de siempre. Pero en el mismo acto, celebrado en Xàtiva, ante tres centenares de personas y diversos cargos de la Generalitat, entre ellos el vicepresidente Vicente Rambla, se permitió también lanzar una amenaza: "A esos que querían ponernos a nosotros con la cabeza boca abajo no vamos a darles el gusto. ¡Vamos a rematarlos!", aseguró. Los penúltimos exabruptos de Rus han generado una polvareda considerable. Pero nadie del PP, ni siquiera veladamente, se ha atrevido a matizar al presidente provincial o a atemperar los ánimos de los aludidos. Recientemente, unas desafortunadas palabras del alcalde socialista de Getafe, Pedro Castro, quien llamó a los votantes del PP "tontos de los cojones", provocó en el PSOE una oleada de disculpas, más o menos sinceras. En el PP, las diatribas de Rus se celebran ruidosamente. Y se valoran con el silencio.
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